RUMBO A CHOQUEQUIRAO… UNOS KILOMETROS A PIE Y OTROS CAMINANDO
Cuenta la
leyenda que Choquequirao fue edificada, presumiblemente, en los últimos años
del Tahuantinsuyo, durante el gobierno del Inca Pachacútec (siglo XV), y que
durante la colonia fue ocupada por las huestes de la resistencia nativa que
encabezo Tupac Amaru I. Choquequirao, se
encuentra en el distrito de Santa Teresa, provincia de
"Cuando la montaña no quiere,
simplemente no quiere", esa frase es muy usada entre las
personas que tenemos la misma idea loca de llegar a los lugares mas alejados...
CAMINANDO.
Pero esta vez si quiso.
Y fue así como llego el día, en que le dimos la oportunidad al sueño de convertirse
en realidad. No será nada sencillo describirlo en palabras, ya que es difícil
ponerle una frase a un sueño o una oración a un sentimiento. Muchas veces no
encontramos las palabras exactas para describir una maravilla.
Fueron 64 agotadores kilómetros,
que durante 4 días, lleve a cabo en uno de los cañones mas profundos del mundo,
el formado por el río Apurímac, entre 1500 y 3100 msnm aproximadamente, por
estrechos y zigzagueantes caminos, frente a impresionantes nevados y
aterradores precipicios, con increíbles paisajes y vegetación que va desde el
ichu de la puna hasta los helechos tropicales, y que solo algunos se atreven a
realizar.
Para
comenzar, es recomendable prepararse física y mucho mas mentalmente para esta aventura,
estando allá, no hay marcha atrás, no puedes dudar un solo instante, la duda
haría que fracases en tu intento y eso no debe estar en tus planes... nunca.
Lo ideal es
viajar en bus hasta Abancay, y de ahí unos autos te llevan hasta San
Pedro de Cachora (2909 msnm), todo en aproximadamente 16 o 17 horas.
Pero nosotros y nuestra costumbre de hacer las aventuras más emocionantes,
tuvimos la 'genial' idea de contratar
una movilidad particular, para así movilizarnos más rápido, más cómodos, y a la
vez abaratar los costos, cosa que fue totalmente alejada a lo que vivimos.
Ya casi se
daba inicio a la aventura, las 9 pm fue la hora indicada de partida. Sacando
cuentas, sabíamos que el viaje hasta Cachora nos tomaría aproximadamente 19
horas, ósea llegar a las 4 de la tarde del día siguiente. Desde las 8 pm fuimos
llegando uno a uno, algunos viejos amigos de aventura, otros no tanto, pero al
final todos con la misma meta en la cabeza.
Pero como
todo no puede ser perfecto, comenzaron las demoras y también los problemas,
dieron las 9, las 10 y aun no estábamos listos y mucho menos completos, casi
bordeando las 11 pm, dos horas mas tarde de la indicada, logramos partir. Hasta
ese momento nada nos hacia presagiar cuanto nos costaría esa demora al final.
El viaje se
fue tornando muy incomodo, los asientos se hacían más duros con el paso de las
horas, había que cambiar de posición cada cierto tiempo, para evitar se
adormezcan ciertas partes traseras del cuerpo. Cerca a las 7 am, hicimos la
primera parada en Nazca, mas por necesidad que por obligación, estábamos
retrasados pero igual necesitábamos estirar las piernas, usar los servicios
higiénicos y comer algo al vuelo. Ahí conversando, nos dimos cuenta, que las 2
horas iniciales de retraso, habían aumentado a un poco mas de 3. Pero igual, no
había marcha atrás, y decidimos no pensar mucho en el asunto, por más que
percibíamos que con el transcurrir del día, las horas de retraso aumentaban.
Así que, a disfrutar del día, de la vista y de los amigos, primero fueron las
Líneas de Nazca, luego Pampa Galeras, terminando con las lagunas y puquiales de
las alturas ayacuchanas, todas dignas de postales andinas.
Las horas
de viaje eran interminables, nos alcanzo nuevamente la noche, y con ella una
preocupación inicial que habíamos olvidado, tendríamos que caminar de madrugada
y por un camino desconocido, pero sabíamos que ya no nos quedaba otra.
Después de
mucho camino recorrido, y aproximadamente 22 horas de viaje, al fin llegamos a
Abancay y con la llegada a la ciudad, llego también la señal del celular, lo
primero que hice fue comunicarme con el señor Celestino Peña, encargado del
alquiler de los arrieros y acémilas que utilizaríamos. Después de asegurarle y
casi rogarle, que nos espere con todo listo, continuamos el último tramo del
viaje. En una movilidad normal se llega en una hora más o menos. Bueno, como
seguro ya abran adivinado, esta última parte también fue muy lenta, llegando en
el doble de tiempo.
Al final
fueron más de 6 horas de retraso. Casi un día entero nos tomo llegar. Eso si,
la motivación y las ganas no habían disminuido, lo que si había aumentado era
el cansancio y el hambre. Pero igual no teníamos mucho tiempo que perder, prácticamente nos
fuimos alistando en la movilidad. Al llegar descansamos un rato y comimos algo
reparador y a continuar. Las acémilas ya cargaban nuestras mochilas mas
pesadas, no quedaba mas que amarrar bien los zapatos, ajustar los bastones,
morral a la espalda y encender la que seria nuestra fiel compañera esa primera
noche oscura, nuestra linterna frontal, y a caminar sea dicho.
Cuando el reloj marcaba la 1
de la madrugada, nuestros pies comenzaron el recorrido de lo que seria los
primeros
Siempre he dicho que la noche
es una excelente compañera, pero tengo que ser sincero, esta vez no lo pensaba
así. Luego de algunos minutos de caminata, de haber dudado que ruta tomar, de
haber cruzado chacras aledañas y riachuelos escondidos, llegamos a un gran muro
azul con letras blancas del INC que nos daba la bienvenida.
La caminata hasta ese momento
no era muy exigente, algunas subidas y bajadas no muy pronunciadas. De rato en
rato, trataba de recordar lo leído y escuchado, y me vino a la mente una frase
que me dijo un amigo: 'Mira siempre al frente y admira el nevado'. Y yo en ese
momento, entre risas me preguntaba ¿Qué nevado? Si no veo más allá de mis
narices.
Eran las 3:38 de la madrugada
y luego de un poco más de
Con el trascurrir del
recorrido, la dificultad para caminar se hacía mayor y los descansos mas
prolongados. El amanecer ya casi empezaba y con ello los primeros rayos de luz
nos mostraban las primeras imágenes del coloso que nos acompaño silencioso esa
noche, el Padreyoc.
Exactamente a seis para las 7
de la mañana, llegue al Km. 19 Chiquiscca (1836 msnm), ese
supuestamente seria nuestro lugar de campamento, pero como ya se había hecho
costumbre en todo el viaje, nada resulto según lo planeado. Así que a pesar del
hambre y del cansancio, mucho tiempo para reponernos no teníamos. Comimos algo
ligero, nos tiramos al piso a descansar, nos abastecimos de agua y a retomar la
jornada, la meta ese día seria Marampata (2859 msnm).
A las 8:30 am, empezamos
nuevamente el lento caminar y tras media hora de una constante bajada empedrada,
llegamos a la orilla del río. Un hito de piedra nos marcaba el Km. 21 y un
cartel nos señalaba el nombre del lugar, Playa Rosalina (1550 msnm).
Teníamos al frente las turbulentas aguas del río Apurímac y en contraparte un
inmóvil puente de casi
Luego de las fotos de rigor y
jugar un poco en el lugar, comencé lentamente a cruzar el puente. En un momento
antes de llegar al final del puente, levante la mirada y me di cuenta que no
estaba en cualquier lugar, estaba a mas de mil metros de profundidad, en uno de
los lugares mas hermosos del Perú, me sentí tan insignificante ante tanta
belleza natural, pero que mas que sentirme mal, me considere un privilegiado al
estar ahí.
Unos minutos antes ya había
dejado Apurímac y ya daba mis primeros pasos en el Cusco. La cosa hasta ahí había
resulto complicada, pero bien sabía que recién comenzaba lo difícil. Empezamos
el ascenso por un camino básicamente pedregoso y empinado, cuando pensaba que
llegaba al final, aparecía otra cima, la subida nunca acababa. Mis rodillas
estaban muy maltrechas y adoloridas, cada paso que daba era una tortura para
mi. Buscaba en las miradas de mis amigos algo de aliento, pero solo veía ojos
buscando un buen lugar donde sentarse o tirarse a descansar.
No se cuanto rato me tomo
llegar al caserío de Santa Rosa Alta (2290 msnm), punto casi
obligatorio de descanso. Mientras platicaba y bromeaba con mis amigos y las
personas del lugar sobre la experiencia del recorrido, aproveche en refrescarme
lo más posible. Las fuerzas prácticamente estaban en rojo, pero el buen humor
aun no me abandonaba.
Después de llenar las botellas
nuevamente de agua y despedirme de los nuevos amigos, proseguí la marcha a paso
de procesión, lamentablemente mis rodillas no parecían recuperarse, la cojera
se instalo en mis piernas y eso hizo mi andar muy lento. A esas alturas, el rey
sol ya estaba en lo más alto y sus rayos me daban directo a la 'azotea'.
Esta parte del recorrido,
prácticamente la hice solo, sabía que mis amigos estaban dispersos por el
camino, cada uno tenía su propia lucha contra el cansancio y el dolor. Cada vez más
seguido me detenía a descansar y a tomar agua, fueron innumerables las veces
que repetí la misma acción. Fue en esos momentos que extenuado y en silencio
pensé, ¿Qué diablos hago acá? Felizmente que el tiempo, lo vivido, y de tanto
en tanto los gritos de ¡Vamos, falta poco! ¡Ya llegas!, respondieron a mi
estúpida pregunta.
A las 2:14 pm, después de
interminables horas e incontables curvas, entre a la última recta del camino,
al final de ella veía un cartel que si bien no leía lo que decía, me lo
imaginaba. Descanse un par de minutos, tome un gran sorbo de agua, me ajuste
bien los pasadores y esa ultima recta la subí... corriendo. A pocos metros del
final, recién pude leer lo que decía el cartel... 'MARAMPATA', no me había equivocado. Un poco más allá algunas
carpas armadas y los amigos riendo, me confirmaban que el 'calvario' del día,
al fin había terminado.
Me tomo algunos minutos
recuperar el aliento, luego vinieron las fotos respectivas y a seguir hasta el
campamento que se encontraba unos metros mas adelante. Recogí mi mochila que las
acémilas habían subido y luego de mi indecisión inicial, elegí la posición
donde armar la carpa que me cobijaría esa noche.
Casi una hora tomo recuperarme
totalmente, en ese tiempo fueron llegando los últimos muchachos del grupo,
luego de una rápida dormitada y ser 'agujereado' por los mosquitos, me levante
a comer un suculento arroz a la cubana que había pedido entre sueños. Luego de
los comentarios de ley y bromas de todo calibre, uno a uno fuimos desfilando
hacía la 'ducha', que no era mas que
una manguera amarrada a unos palos y cubierta de algunas telas raídas por el
viento. Unos minutos en contacto con el agua helada, me sirvió para salir
renovado y con ganas de 'joder' nuevamente a todos.
Casi al final del día, fuimos
testigos del atardecer quizás más bonito que he visto, armados de nuestras
cámaras todos pugnamos por la mejor foto, y el sol mismo galán de cine, iba a
un paso lento desapareciendo tras las montañas.
En poco
tiempo la oscuridad se apodero del lugar y el frío de nosotros, tras charlar un
rato y admirar la noche mágica plagada de estrellas fugaces que invitaban al
deseo, nos metimos a las carpas para descansar y recuperar toda la energía
perdida.
Sabíamos que nuestro objetivo final estaba cerca, así que ajustamos las
alarmas a una hora razonable.
A las seis en punto de la mañana, luego de un reconfortante desayuno y
un aseo rápido, iniciamos los últimos tres kilómetros que nos faltaban. El
camino era más o menos recto, sin mucho esfuerzo que digamos. Luego de unos
minutos llegamos hasta el Mirador de Sunchupata, fue ahí donde
pude ver a lo lejos las primeras imágenes de los ‘Andenes’ del complejo. Y tras una hora de recorrido por senderos
llenos de vegetación, con subidas y bajadas, con un puentecito de madera y
muchas caídas de agua, llegue al Km. 31, unos pasos mas adelante un gran cartel
azul me daba la bienvenida a Choquequirao en español, ingles e italiano.
A las 8:23 am, luego de mucho esfuerzo y sudor derramado, al fin pude
lograr mi mayor objetivo. Ante mi, las primeras edificaciones en medio de la
vegetación, impresionantes muros, simétrica andenería perfectamente tapizada y
un extenso camino de piedra me conducía a la parte alta del complejo, la
sensación de estar ahí era indescriptible, trataba de no perderme el mínimo
detalle y a la vez sacar la mayor cantidad de fotos, sentía que todo mi
esfuerzo estaba siendo recompensado.
Luego de una subida ya nada importante, llegue a
Parecía que el tiempo se había detenido, la mayoría de sus construcciones
estaban muy bien conservadas a pesar de las constantes lluvias, que hasta
llegue a alucinar que en cualquier momento sus habitantes iniciales aparecerían
para darnos la bienvenida.
Luego de casi una hora de recorrer esas edificaciones, subimos a la zona
denominada el Ushno, un lugar de ceremonias, que ocupa toda una gran explanada
desde donde se tiene una vista privilegiada de todo el complejo. Desde ahí se
pueden ver innumerables construcciones levantadas al borde del abismo, grandes
andenes que servían para sembrar y también de vivienda o depósito, canales de
agua estratégicamente ubicados, que llevaban el agua por toda la ciudadela.
Definitivamente magnificas construcciones de piedra hechas por alguna mente
brillante.
Había que continuar el recorrido, porque había aun mucho por admirar y
poco tiempo para desperdiciar, bajamos por donde habíamos subido, cruzamos y
admiramos nuevamente
Aun nos faltaba mucho por admirar, así que aligerando el paso, decidimos
llegar a la zona de los ‘Andenes de las
llamas del sol’, aunque llegar a esta zona no es nada fácil, pues hay que
descender una media hora por un camino extremadamente empinado y peligroso, los
cuales nos llevan a unas terrazas en la parte inferior del complejo y en las
que se han encontrado representaciones de estos animales adornando las paredes,
una cosa muy extraña entre los vestigios incas ya que esta cultura solo
centraba su arquitectura en la funcionalidad de la misma, mas no en los
ornamentos.
De vuelta en
El camino ya lo conocía, lo tenía al frente y en verdad me asustaba.
Primero había que volver a Marampata lo más pronto posible, ordenar las
mochilas que cargarían las acémilas, descansar unos minutos y emprender la
bajada nuevamente hasta el fondo del cañón.
En el camino de regreso uno de los compañeros se puso mal, unos fuertes
dolores abdominales lo aquejaban, todos nos volvimos médicos por un instante.
Gastritis, envenenamiento y hasta brujería fueron los diagnósticos, al final
ninguno atino con la gravedad del asunto.
A las 3:42 pm, se inicio el retorno, la mente la tenía cargada de
imágenes y emociones que hasta el día de hoy son difíciles de borrar, el grupo
iba disperso, pero sin problemas.
En el caserío de Santa Rosa Alta, nos detuvimos un momento para
descansar, era un poco más de la 5, ahí nos reencontramos con el amigo enfermo
y la cosa no mejoraba, el dolor había aumentado y eso le impedía caminar, así
que improvisando una camilla humana, dos lugareños ayudaron en su traslado. En
ese momento el cansancio era aun manejable, pero sabíamos que quedarnos a
tratar de ayudar sería aumentar el problema y no ayudar en dar solución, así
que después de pensarlo, no nos quedo otra que continuar.
El camino nuevamente interminable, ya prácticamente era de noche y
tuvimos que hacer uso de las linternas para no tropezar y terminar al fondo del
abismo, solo a lo lejos el sonido del río nos indicaba que ya faltaba poco.
Al promediar las 7 pm, al fin llegamos al borde del río, lo único que
quería era sentarme a descansar, así que el puente lo cruce prácticamente
corriendo. En Playa Rosalina nos quedamos un poco más de una hora, el tiempo ya
no importaba, nuestro campamento estaba a solo
La subida a Chiquiscca me tomo casi hora y media, aunque a mi me
parecieron muchas mas. Como siempre comenzamos en grupo pero al final
terminamos dispersos, era imposible caminar con tremendo dolor, las rodillas ya
no respondían igual, cada 10 pasos que daba me detenía a descansar, eso se fue
reduciendo a cada 2 o 3 pasos.
Al final no se a que hora llegue a Chiquiscca, lo primero que hice fue buscar
un lugar donde sentarme. Ahí las noticias recibidas del amigo enfermo eran
desalentadoras, aun estaba allá afuera en alguna parte del camino, luchando
contra el dolor que lo aquejaba.
Luego de tomarme no se cuentos litros de agua, comer unos suculentos
tallarines y conversar un buen rato, acordamos continuar la caminata a las 2 de
la mañana, aun faltaban muchos kilómetros hasta Cachora y de ahí un largo viaje
hasta Lima.
Pero, la idea inicial de salir a las 2 quedo en el olvido. La salida fue
casi a las 6. Ya no me sentía tan molido, además, como mandado por los Apus,
aparecieron unos caballos, que contratamos para que nos sirvan de ayuda en la
subida hasta Capuliyoc.
Nuestro amigo enfermo había llegado en el transcurso de la noche y su
salud no era de las mejores, el dolor le impedía movilizarse con normalidad,
así que con mucho esfuerzo, lo subimos a uno de los caballos.
Luego de despedirnos de algunos muchachos del grupo, que decidieron
terminar el recorrido caminando, empezamos la cabalgata. Pasamos por Cocamasama
(2010 msnm) y luego del serpenteante camino, llegamos nuevamente al Mirador de
Capuliyoc, esta vez la vista era todo un privilegio, con el Padreyoc siempre
vigilante al frente y el inmenso cañón que teníamos adelante, que hasta
intimidaba. Era el momento de los agradecimientos y de la despedida formal, así
que nos sentamos a descansar en las piedras y prolongamos lo más posible el
descanso para seguir admirando todo.
Desde ahí, el trayecto lo haríamos a pie. Ya habíamos sorteado la parte
más difícil, así que cerca de las 9 de la mañana comenzamos el último tramo. El
adolorido amigo siguió a caballo un trecho mas, donde le dio alcance una
persona del centro de salud de Cachora, que había sido alertada por los amigos
que ya habían llegado. Fue la última vez que lo vi, ya que fue llevado de
emergencia hasta Abancay por los fuertes dolores que tenía en casi todo el
cuerpo. El diagnostico final fue, una fuerte peritonitis, con perforación del
estómago, que le ocasiono una grave infección. Ese episodio ahora solo es parte
del recuerdo y una anécdota para recordar, pero en ese momento si no fuera por
la rápida acción y decisión de los integrantes del Grupo Wayra, quizás en estos
momentos hubiera estado escribiendo otro tipo de diario.
El camino desde ahí es plano, sin mucho desnivel, aunque tampoco
sencillo, ya tenía encima algo más de
No se en que momento perdí el camino, eso me llevo a continuar por uno
mucho mas largo, pasando por grandes plantaciones de caña y maíz, y ver los
hitos Km. 2 y Km. 1 en ese orden. Ya ni renegar podía, mi caminar era
desastroso, pero no me iba a detener.
Era casi el medio día, sabía que no me faltaba nada para llegar, pero
sentía que no avanzaba a cada paso que daba, yo mismo interiormente me repetía
una y otra vez: ¡Vamos, vamos! ¡Falta poco!, hasta que por fin pude llegar a la
última cuesta, en ese momento me detuve, gire a ver el camino recorrido y como
había hecho a mi llegada a Marampata, ese último tramo también lo hice
corriendo.
No estoy seguro a que hora exactamente ingrese a
En esos momentos la emoción me gano, las lágrimas se confundieron con mi
sudor, un gran abrazo con los amigos era mudo testigo de eso, lo había logrado
a pesar de las innumerables dudas que tenía de hacerlo. En silencio recordé las
palabras de mis amigos, recordé lo vivido y lo sufrido en el viaje, recordé a
mis seres queridos, a mi Abuelo, que era mi cómplice en estas locuras y
volviendo un poco a la realidad, también recordé que aun estaba en Cachora y me
faltaba todavía un largo viaje hasta Lima.
No creo que les interese como fue el viaje de regreso a Lima, aunque se lo imaginaran, llegamos como a las 11 de la mañana del lunes, nuevamente a la bulla, al caos y la tensión de la ciudad, atrás había quedado la quietud, la paz y la grandiosidad de Choquequirao.
No se si algún día me aburra de todo esto, pero mientras lo averigüe,
continuare con el mismo entusiasmo que sentimos todos los locos aventureros que
nos gusta dormir en el suelo, comer a la volada, sentir frío o calor y llegar a
los lugares mas alejados... CAMINANDO.
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